El perfume saca a relucir los lados más emocionantes del otro: solos son magníficos, juntos irreprimibles. Sin miedo en su pasión, son descarados, descarados, impredecibles, listos para todos y cada uno de los encuentros explosivos. Su atracción es instintiva: van adonde sienten el peligro y entre ellos. Demasiado nunca es suficiente para nuestros jóvenes hedonistas, que se impulsan mutuamente a vivir la vida al máximo.
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